La marcha nupcial.
Es la música que abre y cierra la ceremonia religiosa. Su uso se remonta al enlace real entre la futura reina Victoria de Inglaterra, con el príncipe Federico Guillermo de Prusia. La princesa eligió la Marcha Nupcial de Mendelsshon en su entrada a la iglesia, y la ópera Lohengrin de Wagner para su salida. Se trató de una ceremonia cargada de gran pompa en la que la reina se permitió el capricho de recrear toda una ambientación medieval, incluida vestimenta, para sus esponsales.
La entrega de la novia.
En la antigüedad, e incluso actualmente en ciertas zonas del globo, cuando una novia contraía matrimonio, el padre de ésta entregaba al novio las posesiones de la muchacha. Actualmente esto se suele limitar a una entrega simbólica de la novia en el altar, por parte del padre de ésta, a modo de conformidad y bendición.
La novia se sitúa a la izquierda del novio en el altar.
Esta costumbre enlaza con la anterior en el sentido de que durante la ceremonia siempre existía el temor de que los familiares de la novia vinieran a rescatarla en el más que hipotético caso de que se encontraran algo disgustados por el rapto de la doncella. En estas situaciones desagradables convenía que el novio tuviera la mano derecha libre por si debía empuñar la espada con premura y presteza.
La ceremonia.
Comienza con la Monición, es decir, la lectura de ciertos textos de la Biblia, la cual será llevada a cabo por los novios, quienes deberán leer también sus votos, y por ciertos invitados como los padrinos o familiares cercanos.
Tras esto, la introducción al interrogatorio recuerda que los novios han acudido para casarse ante Dios y da paso a la interrogación o escrutinio que confirma la voluntad de los novios de casarse, la aceptación de los valores que ello conlleva y la promesa de educar a los hijos según esos mismos valores.
Los novios entonces se dan la mano para realizar unidos una promesa de fidelidad y amor eternos. Esta parte es conocida como consentimiento. En este momento existe la opción de cantar la aclamación, cantos de agradecimiento a Dios.
A continuación el cura bendecirá los anillos y los entregará a los novios, para que uno y otro sellen su compromiso con la imposición de los anillos.
Se ha de hacer la entrega de las arras, siendo habitual que un niño pequeño sea quien las entregue a los novios para que ellos a su vez las entreguen al sacerdote.
El beso.
Al besarse se mezclan los alientos y parte del alma del uno queda en el otro, festejando así la unión de dos seres en uno sólo.
Por: Enry F. C.
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martes, 18 de noviembre de 2008
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